El análisis de cadáveres de delfines encontrados en playas de Brasil reveló que estos mamíferos tienen dificultades para eliminar los insecticidas, que se encontraron en altas cantidades en los cuerpos (7,04 nanogramos por gramo de grasa en adultos), y especialmente en las crías (68,4 nanogramas por gramo de grasa). Los últimos habrían recibido los compuestos tóxicos a través de la leche materna.
Los insecticidas provienen de los hogares y de los campos, se esparcen por el medio ambiente hasta llegar al mar y afectar la vida marina. Los compuestos encontrados en los delfines corresponden a los piretroides, usados como anti-mosquitos y anti-piojos, además de ser utilizados en la agricultura.
Hasta ahora se pensaba que estos insecticidas se degradan al entrar en contacto con la luz, acumulándose solamente en las plantas. Los científicos estiman que los delfines no son capaces de metabolizar los piretroides en la niñez, y cuando son adultos empiezan a expulsar estos compuestos tóxicos.
